sábado, 17 de diciembre de 2005

Parquímetros: se expande la plaga

El Esso On the Run, en el sector alto de Puerto Montt, que hasta hace poco era un lugar de encuentro para servirse algo en un ambiente grato y limpio, se estaba empezando a perfilar como un agradable y decente punto de encuentro alternativo al centro, donde sus hoyos, comercio ambulante y estacionamientos subterráneos han hecho huir a los puertomontinos (las ventas han bajado en un 40%)

Sin embargo, ¡sorpresa!: ahora en el On the Run existe un estacionamiento “controlado”, término que no es más que un eufemismo para notificar a la ciudadanía que el lugar se ha convertido en una alcancía más al servicio de los ávidos bolsillos de algunos avivados depredadores urbanos.

Al margen de la molestia (no por el monto, obvio, sino por el hecho) que causan estas “avivadas”, uno no puede dejar de formularse algunas preguntas:

  • La gráfica de las señales es idéntica a que hay en las calles céntricas, con lo que se sugiere que el principio es el mismo, es decir que se trata de un Bien Nacional de Uso Público que se ha concesionado: ¿es así en este caso?
  • Este “negocio” partió como una concesión de un espacio público hacia un particular, a cambio de un turro mensual para la municipalidad. ¿Cómo es posible que esto ocurra ahora en una propiedad privada, como supuestamente es un servicentro?
  • ¿Abre esto un nuevo “nicho” de negocios? (fundado en este precedente, mañana podría abrir un estacionamiento “controlado” en el jardín de mi casa).
  • Para autorizar la construcción del restorán On the Run, la Dirección de Obras debió haber exigido el cumplimiento de ciertas normas de estacionamiento según la capacidad del local: esos estacionamientos son por norma, ¿o no?

Por mi parte, de ahora en adelante preferiré los lugares que tengan la decencia de no hacerse cómplices de quienes se las amañan para rapiñar algunas pocas monedas a los siempre dóciles y pacientes ciudadanos.

Este episodio tuvo su final feliz: debido a los numerosos reclamos, en enero de 2006 la empresa canceló el sistema de parquímetros y hoy los clientes se pueden estacionar libremente.

jueves, 8 de diciembre de 2005

Puerto Varas ¿Cómo crecer?

La ciudad de las flores se caracteriza por su espectacular belleza del entorno natural en que se emplaza; de gente amable; a escala humana y caminable; amplio equipamiento; diversidad de bienes y servicios, en suma una serie de cualidades de larga enumeración, para una ciudad de tan solo 20.000 habitantes en el sector urbano que la hace tan querida para sus moradores y atractiva para los foráneos, seguramente una de las ciudades con mejor calidad de vida de Chile.

No obstante hoy en día muchas ciudades pequeñas tienen los problemas de las grandes urbes, y aquí Puerto Varas no se escapa, en los últimos años ha comenzado una lenta y paulatina transformación donde surge esa manía de imitar mal a otros, como por ejemplo una ciudad con cultura peatonal, pero se llena de semáforos, rejas y solerillas de demarcación para favorecer el auto. Con esto comenzaron los bocinazos, la preferencia del conductor y la congestión vehicular.

Una ciudad con cultura paisajística, pero que ha reemplazado los árboles con podas mutiladoras y llenado de cables aéreos, de postaciones, letreros gigantes y luminosos. Con esto desaparece la floración primaveral y otros regalos de la naturaleza a cambio del “cachureo urbano”.

Una ciudad con cultura ambiental, pero se han instalado edificios en el borde lago destinando la playa para estacionamientos y otros en lugares estratégicos, que logran virtuosamente tapar las mejores vistas del entorno.

Una ciudad con cultura urbana. Ha transformado parte de su paisaje natural en el paraíso para la especulación inmobiliaria, favoreciendo grandes poblaciones de “casas aisladas” todas iguales, aumentando la densidad e intensidad de uso en forma exponencial para la capacidad de una ciudad pequeña como Puerto Varas.

Es mejor no seguir el análisis urbano, es indudable que hay cosas buenas realizadas y avance social, pero esto es una reflexión personal y profesional que también preocupa a mucha gente de la ciudad, porque Puerto Varas puede perder al corto plazo su calidad residencial y su objetivo de Capital de Turismo del Sur.

Pero hay propuestas y ejemplos señeros, como una regulación de las densidades poblacionales (ej. Algunas comunas de la precordillera en Santiago); Regulación de vistas (ej. Reñaca, Valparaíso en ejecución); regulación del mobiliario y publicidad comercial (ej. La Serena). Manejo adecuado del aseo y ornato (ej. Providencia)

Estas ordenanzas y recomendaciones pueden adelantarse al Plan Regulador de la Ciudad de Puerto Varas en ejecución, cuyas tramitaciones son muy lentas.

Arqto. Lorenzo Berg

jueves, 6 de octubre de 2005

¡Justicia para nuestras autoridades!


En Puerto Montt, mientras la prensa escrita anuncia con optimista candidez el inicio de los estacionamientos subterráneos, por la radio oímos profusamente un aviso pagado, en el que dos supuestos ciudadanos puertomontinos celebran, entusiasmados y alegres, las ventajas de tener las calles céntricas despejadas las 24 horas.

La información del diario dice que quedará cerrado un perímetro en el que estará prohibido estacionar “cualquier tipo de vehículo” durante las 24 horas. Sin embargo, en ninguno de los dos niveles de los nuevos estacionamientos pude observar aquellos reservados para el alcalde, los concejales y otras numerosas personas y entidades que actualmente cuentan con sendos letreros de estacionamiento reservado en las calles.

Tampoco he observado el retiro de los letreros de “Estacionamiento Reservado” que abundan en las calles céntricas. Me temo que los encargados de la licitación, inadvertidamente, omitieron incluir a las mencionadas autoridades, quienes quedarán así al margen de los “privilegios” que disfrutaremos los ciudadanos comunes, mientras que los aludidos quedarán injustamente privados de los beneficios que ellos, con tanta imaginación, han gestionado para sus conciudadanos.

¿Podemos imaginar que los creadores de las concesiones de la Ruta 5 y del puente a Chiloé se vean obligados a transitar por rutas alternativas y en transbordadores, respectivamente?. Del mismo modo, ¿podemos concebir que los imaginativos creadores de esta moderna iniciativa para nuestra ciudad estacionen en otra parte que no sea en los subterráneos?. ¿Quedarán a merced de los vándalos que a diario operan en las calles?. ¿Deberán privarse de correr y caminar bajo la lluvia y el viento, como haremos todos los demás?.

Amigos: ¡Justicia para nuestras autoridades!

miércoles, 10 de agosto de 2005

El Tercer Grupo: sin religión, ateos o agnósticos


En el censo 2002 y pese a la oposición algunos sectores, se incluyó una pregunta acerca de la religión que profesaban los ciudadanos chilenos. Los resultados son interesantes de conocer:

• En primer lugar, cabe aclarar que la pregunta se hizo a los ciudadanos mayores de 15 años, con lo que se incluye a toda la población escolar que cursa la enseñanza media en colegios confesionales: no es difícil imaginar que con ello se incluye a un gran segmento de la población que aún no tiene los elementos ni la madurez necesaria para hacer una opción libre en materia de religión.

• Se pudo establecer que el segmento de entre 15 a 29 años es el que presenta la menor adhesión a la fe católica (66%), margen que va subiendo progresivamente conforme aumenta la edad de los encuestados, hasta llegar al 79% en el grupo de 75 años o más.

• Curiosamente, en la religión evangélica el fenómeno se invierte: mientras más joven es el grupo etáreo, mayor es la participación en la fe, similar a lo que ocurre en el grupo mormón. Los otros grupos religiosos presentan bastante homogeneidad: Testigos de Jehová, Judíos, Musulmanes y Ortodoxos se reparten uniformemente por edad una participación que oscila entre 1,1% y 0,1%.

• Entre la evidencia estadística se pueden destacar los siguientes hechos globales:

La religión católica tiene un 70% de participación en el total del país.
El segundo grupo es el evangélico, con un 15,1% del total.
El tercer grupo es el que se declara sin religión, ateo o agnóstico: 8,3%.




Póngale nombre al pisco

La denominación "pisco" nunca ha sido nuestra, y la subsecuente discusión sobre el tema sólo ha servido para caldo de cultivo de ciertos nacionalistas de ambos lados, interesados únicamente en exacerbar odios que a nada conducen.

Tengo el agrado de contar con excelentes amigos en el Perú y, de verdad, como chileno siempre he tenido cierta vergüenza de esa "avivada" o mal entendida astucia con que un gobierno de nuestro país bautizó a una zona geográfica para justificar comercialmente la denominación de origen Pisco a este licor. Me pregunto: ¿para qué? Al final las cosas caen por su propio peso; como ahora con el fallo de la OMPI (Organización Mundial de Propiedad Intelectual).

Otra cosa es que el pisco se ha arraigado tremendamente en Chile, posiblemente más que en el mismo Perú, donde se toma más cerveza, ron y whisky que pisco. Un caso para reflexionar es el de España, que no ha tenido mayor inconveniente en llamar comercialmente "cava" al destilado que el Francia se denomina "champagne". Hay otros casos como los del whisky, jerez, cognac, etc., pero -por favor- no hagamos de esto una cuestión de nacionalidad, de "honor", etc., como con los partidos del fútbol, que son una verdadera ridiculez. Tengamos presente que, a final de cuentas, todo se trata de asuntos netamente deportivos en un caso o comerciales como con el pisco.

En algunos foros (Diario "El Comercio" de Lima) ya se están ofreciendo guerra entre algunos exaltados chilenos y peruanos. Recordemos que, salvo honrosas excepciones, los soldados que han muerto en estas guerras son, en general y en ambos bandos, muchachos pobres, de origen muy humilde, que muy poco o nada tenían que ganar con los intereses del salitre, del guano, etc., mientras que los instigadores de la resolución por la fuerza de sus asuntos comerciales esperaban tranquilamente en la comodidad de sus casas, ...junto a sus bien resguardadas familias.

Laicismo vs. Clericalismo

Lugar: ruta Puerto Montt – Puerto Varas por el camino a Alerce.
Son las ocho de la mañana y un carabinero nos señala que el camino está cortado por una procesión, y que será necesario tomar obligadamente la Ruta 5, con el inesperado pago del consiguiente peaje.

La escena refleja, en forma local, un fenómeno que es nacional, y también global: los recursos del Estado, y también los de un número no menor de contribuyentes, se ponen al servicio de una creencia religiosa que decide hacer una manifestación pública de su fe.

Millones de pesos en Chile, dólares y euros en otros países, son gastados año a año en forma similar en diversas latitudes. Miles de horas/hombre se emplean, voluntaria u obligadamente en estos ejercicios de fervor popular cuya estación final incluye una inevitable pasada a la alcancía ubicada estratégicamente junto a una imagen de un santo o una santa, en la cual se depositan generosas ofrendas que, por cierto, no vuelven al Estado para sufragar o siquiera paliar los gastos generados a éste por la manifestación popular convocada por la Iglesia.

Similares resabios desangrantes
son los Te Deum, los capellanes del ejército, las bendiciones de armas, las misas de campaña, los santos patronos, la virgen patrona del ejército, las bendiciones de locales y las cruces y otros elementos de culto en edificios públicos, por nombrar algunas.

Laicismo
La expresión más clara del laicismo es la separación de la Iglesia del Estado. Y, por el contrario, el clericalismo viene a ser la influencia excesiva del clero en los asuntos públicos.

¿Qué se entiende por “separación de la Iglesia y el Estado”?: que la vida política que corresponde a los asuntos públicos, se administre con prescindencia de dogmas que pertenecen a la esfera religiosa. Se pretende de este modo, que la sociedad civil ejerza libremente su libertad de culto, y a la vez que las organizaciones que se derivan del culto religioso se mantengan dentro de su propia esfera actuando libremente dentro de la sociedad civil, pero al margen de las cuestiones de Estado.

Para entender mejor el concepto y evitar confusiones: no se trata de relegar a la iglesia al ámbito de lo privado y que se le impida hacer uso de su legítimo derecho a expresarse sobre cuestiones de su interés o a manifestarse públicamente a través de su liturgia. Lo que se pretende es que, en beneficio de la libertad de conciencia que debe propiciar un Estado que es de todos, la iglesia prescinda de poder político al interior del Estado, a fin de evitar que imponga su fe mediante la ley y/o la coerción social. Se trata de hacer presente el principio francés que establece que “La religión está dentro del Estado, mientras que el Estado ya no está dentro de la religión”.


Preguntas y propuestas
A modo de finalizar, y sin que sean conclusiones ya que es un tema abierto e indudablemente con mucho campo por hacer aún, es más propio en este caso formularse preguntas y esbozar algunas propuestas orientadoras en el camino que queda por delante. En consecuencia, la siguiente sección no es de preguntas y respuestas, sino de preguntas y propuestas:

En primer lugar, es necesario preguntarse si en nuestro país la obediencia y la lealtad ciudadana se debe a la Moneda o al Vaticano. Dicho de otro modo, la pregunta es por cuál libro se rige el Estado para garantizar el bienestar de la ciudadanía: si por la Constitución de la República o por el Catecismo de la Iglesia.

En la misma línea, antes de cada elección popular sería prudente considerar si una vez elegidas nuestras autoridades, ejercerán con ropa de civil o lo harán con una sotana por debajo. Lo mismo cabe preguntarse respecto de quienes aspiran a la presidencia de la república.

Otro tema a considerar es la promoción de la secularización de la vida civil, que incluya la promoción de la idea de que los jóvenes tengan una educación valórica amplia, diversa, pluralista y tolerante, teniendo como principio la aceptación de la diversidad. Ello -no cabe duda- generará adultos más conscientes de sus valores y, muy posiblemente, fieles más comprometidos con su iglesia, a la que adherirán por convicción y no por imposición.

No se trata de una confrontación, sino de la legítima búsqueda de una recíproca autonomía. El objetivo es que los dogmas religiosos de cualquier índole no sean impuestos por el peso de la ley a los ciudadanos libres.

Frecuentemente oímos comentarios pesimistas que anuncian el fin de las banderas de lucha del laicismo: porque ya hay libertad de enseñanza, educación primaria obligatoria, ley de divorcio, etc. Ahora que hay estabilidad democrática y una razonable paz social, tal vez sea oportuno reflexionar acerca de si no sería útil buscar todos los resabios de estado clerical que aún quedan en nuestro país y emprender vigorosamente la construcción de un estado auténticamente laico.