domingo, 2 de febrero de 2014

La Casa Ebel

Casa Ebel, Puerto Montt, 1933

Es de celebrar la cantidad de reacciones que ha generado la solicitud de desarme y traslado de la Casa Ebel, dando cuenta de una comunidad alerta y de autoridades sensibles, desmintiendo de paso que Puerto Montt sea una ciudad indiferente a lo que ocurre con sus bienes culturales y patrimoniales. Se han registrado diversas posiciones y variadas opiniones. Se ha llegado incluso a opinar que no hay que opinar.

Desde sus inicios la humanidad se ha beneficiado del pensamiento independiente y el debate tolerante y respetuoso ha enriquecido a los pueblos. No obstante, siempre también se arguyen motivos para mejor no decir nada (cuando la opinión ajena es contraria a la propia, claro). Afortunadamente hoy en nuestra sociedad hay consenso en que la amplitud de miradas es fundamental para dar respuestas acertadas a temas complejos y variados, como son la cultura y el patrimonio.

Con legítimo derecho, hay sectores que dudan sobre el interés y capacidad del Estado para intervenir positivamente en los temas patrimoniales. La verdad es que el Estado desde hace muchas décadas se ha hecho cargo de este tema, y no sólo con buenas intenciones, sino con recursos concretos y cada vez más cuantiosos. El programa del MOP-BID, los fondos de Arquitectura del Consejo de la Cultura y de las Artes, el 2% de Cultura del FNDR, son sólo algunos de ellos. La recuperación de los ascensores de Valparaíso y del Palacio Pereira en Santiago son ejemplos recientes a nivel nacional; La Casa Gotschlich y la Casona Alemana de Puerto Varas; la Casa Pauly en Puerto Montt, son ejemplos destacables a nivel local. La propia Casa Ebel fue postulada a uno de estos fondos el año pasado, lamentablemente sin éxito por un motivo meramente formal, por lo que es perfectamente factible considerar una repostulación para el presente año.


Casa Gotschlich, Puerto Varas
Casa Pauly, Puerto Montt

A los recursos económicos hay que sumar el apoyo en innumerables horas profesionales destinadas a seminarios, capacitaciones y asesorías legales en casos más complejos. Por ejemplo: gracias a la decidida y comprometida labor del Consejo de Defensa del Estado se está logrando, tras una dura batalla judicial, un acuerdo para la reconstrucción de tres casas patrimoniales de la Zona Típica de Puerto Varas, mediante un proyecto comercial inmobiliario que combina el interés del privado con el interés público. Sin el compromiso profesional y ético de los abogados de la Unidad de Medio Ambiente del CDE, posiblemente esas tres casas patrimoniales se habrían perdido para siempre. Ese, también es un apoyo concreto del Estado, que es necesario reconocer, valorar y profundizar.

Los profesionales independientes también aportan, destinando largas y valiosas horas de trabajo para analizar cada caso y para proponer soluciones técnicas creativas y de alta complejidad. Ese trabajo voluntario, que se puede cuantificar en varias decenas de millones de pesos, es tan valioso como si hubieran sacado el dinero de sus propios bolsillos. Merece destacarse el caso de la Casa Maldonado, en Puerto Varas, donde respondiendo al llamado de la comunidad hubo prestigiosos arquitectos que aportaron voluntariamente un proyecto de primer nivel para el rescate patrimonial de este Monumento Histórico cuyo propietario -a diferencia de la Casa Ebel- no tiene el más mínimo de los recursos económicos para su mantención, desarme o traslado.

Volviendo al caso de Puerto Montt; el traslado y reconstrucción del Banco de Llanquihue hacia el Parque La Paloma significó USD 300.000 de la época, considerando sólo la cáscara exterior. Si se extrapola al presente y se suman los muros interiores, se tiene que hoy en día, al valor comercial normal del sitio (que apenas supera los 690 m2) habría que agregar un costo “adicional” de un mínimo de 13 UF/m2, dejando al terreno posiblemente fuera de mercado; cifras que se habrán conocido al momento de evaluar la conveniencia de asumir el alto costo del traslado y reconstrucción. Por lo tanto, si se va a hacer un esfuerzo económico propio, ¿Por qué no hacerlo conciliando el legítimo interés comercial privado con el cada vez más creciente interés cultural público?

En Puerto Varas, la familia Wellmann cedió en comodato el Molino Machmar por 20 años, para la creación de un centro de arte con sala de exposiciones, cine, cafetería, museo, etc. El proyecto ya se ha adjudicado fondos concursables y es ejemplo de una familia local que no sólo exhibe una brillante gestión comercial sino que además tiene la visión de contribuir positivamente al legado patrimonial de su propia ciudad, para orgullo de la propia familia gestora y de sus descendientes.

La Casa Ebel también ha sido clínica y colegio, por ende en ella han nacido y se han educado generaciones de puertomontinos. ¿Por qué no optar por la innovación y la creatividad inmobiliaria? ¿Por qué ha de irse por la extirpación y el olvido silencioso? Con la participación y la opinión de más miembros de la comunidad y la colaboración activa de las autoridades, es posible converger en otras opciones, que permitan ligar el nombre de esta Casa y la memoria del apellido Ebel al patrimonio cultural de su ciudad y al mismo tiempo darle un uso comercialmente sustentable.

RAÚL PALMA
Arquitecto