(versión sin cortes, de la publicación del diario "El Llanquihue")
Puede ser decepcionante para algunos, o positivo para otros, pero no imagino a Puerto Montt muy diferente de como es ahora. Si nuestra civilización occidental tiene unos 5000 años, cien años son apenas el 2%, un lapso bastante modesto, y la Historia demuestra que las ciudades no cambian radicalmente en un siglo, únicamente se extienden o se densifican, acentuando o disminuyendo con leves matices lo que son sus raíces, identidades o naturalezas más profundas.En el caso de Puerto Montt, a razón de 30 años por cada Plan Regulador, sólo cabe esperar unos dos o tres cambios normativos de aquí a 2110, los que -de acuerdo a la tónica nacional- no introducirán ningún cambio audaz, inesperado o profundo, limitándose más bien a ordenar y a regular las tendencias naturales que se observen.
Los grandes cambios en los asentamientos humanos se derivan de causas naturales (casos Chaitén, Chillán, Pompeya). Cuando hay estabilidad en el entorno natural, las ciudades tienden a desarrollarse en forma bastante estable. Las ciudades libres de catástrofes naturales llevan muchos siglos con la misma infraestructura vial y similar ocupación de suelo, como los casos de Roma y otras ciudades europeas. Incluso cuando la naturaleza presenta cambios, si éstos son graduales, la ciudad se puede ir adaptando y permanecer ahí mismo (Venecia). Puerto Montt se observa estable en su entorno geográfico natural, por lo que no cabe esperar grandes cambios en este aspecto.
La economía también juega un papel importante en el desarrollo de las ciudades. Don Enrique Mac Iver, hace un siglo atrás, decía que exportábamos "piedras, palos y frutas". Como eso no ha cambiado mucho -agreguemos pescado-, y no hay inversión importante en ciencias básicas ni mejoras sustanciales en la calidad de nuestra educación, tampoco podríamos esperar mucho de la economía como factor de cambio radical en las ciudades, por lo que también desde ese punto de vista, Puerto Montt seguirá siendo lo que es, esencialmente un puerto; es decir, tránsito de bienes, servicios y personas. Su naturaleza y vocación geográfica así lo determina.
