domingo, 13 de diciembre de 2009

Kapuscinski Non Fiction


Acabo de leer una entrevista al biógrafo de Ryszard Kapuscinski (1933-2007), Artur Domoslawski. Kapuscinski fue una leyenda del periodismo trotamundos y aventurero del siglo XX. Se dijo que anduvo con el Che en Bolivia, cuando en realidad hizo la misma ruta un tiempo después, aunque él mismo nunca se preocupó de aclarar el error. Siempre le rodeó un aura de misterio y fábula, y sus crónicas se calificaban como algo incalificable, a medio camino entre el periodismo y la literatura, entre la ficción y la non fiction, como dicen los gringos en un término que no nos ha costado nada adoptar.

Ante el dilema de revelar, en la biografía, algunos aspectos no muy favorables acerca de su admirado maestro Kapuscinski, como ciertas exageraciones o coloreos de sus relatos, Domoslawski cita al historiador norteamericano Clayborne Carson, quien descubrió que Martin Luther King había cometido plagio en su tesis de doctorado. Para resolver el dilema de si revelar eso o no, Carson le dijo a Domoslawski: "Si miramos a Martin Luther King como un ser perfecto, vamos a salir siempre decepcionados. Pero si lo vemos como un ser humano, con todas sus fallas y contradicciones, podrá alcanzar su grandeza". Esa frase guió el trabajo de Domoslawski para tratar de ver a Kapuscinski con empatía, como un ser humano, con sus fallas y contradicciones. Así pudo alcanzar su grandeza. Y tituló a su biografía "Kapuscinski Non Fiction".

Algo parecido nos pasa todos los días con las personas con quienes nos relacionamos. Con quienes amamos, con nuestros seres queridos, con nuestros amigos e incluso con quienes nos relacionamos sólo ocasionalmente o por mera casualidad. Esperamos ciertos comportamientos que calcen con nuestras espectativas, con nuestras normas, cánones, valores y códigos de conducta. Y falla. Y nos decepcionamos. ¿Por qué?. Porque no es así la cosa. La gente y nuestros seres queridos no se comportan como quisiéramos. Actúan como ellos saben actuar, como ellos aprendieron a actuar. No como nosotros quisiéramos que lo hagan. La decepción nos frustra, nos desengaña, amarga y enturbia los momentos siguientes.

Así como el agua turbia, hay que dejar que se aquiete y se decante el material más espeso, que se vaya al fondo y que la parte superior quede limpia, cristalina y transparente, para poder beberla nuevamente con agrado. Por algo parecido, hace unos días cité a Emile Michel Cioran (1911 - 1995), cuando dice que "Amor es ese afecto desengañado que sobrevive tras un instante de baba". Es decir: amamos, a pesar de la decepción y el desengaño. Amamos a las personas con sus luces y sus sombras. Amamos, simplemente.


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